"La vitalidad se revela no solamente en la capacidad de persistir sino en la de volver a empezar". Francis Scott Fitzgerald.

OPINIÓN

domingo, 14 de julio de 2013

ES HORA DE LA REGIONALIZACIÓN


Diego Fernando Ardila Plazas

La Carta Política habla de regiones y de su creación, pero ello no se ha logrado por falta de voluntad política y por el temor de que dicha regionalización destruya los “feudos” electorales.



Las diversas problemáticas gestadas a partir de la confrontación entre el principio de autonomía - concretado en las competencias de las entidades territoriales - y el principio de unidad política -acentuado con la actual re-centralización emprendida por el Gobierno Nacional, en este periodo en cabeza de Juan Manuel Santos -, hacen necesaria una reflexión sobre el alcance de dichas competencias y la pertinencia de la creación político-jurídica de las Regiones en Colombia.

Transformar en realidad jurídica y política, esa realidad histórica, geográfica y cultural se convierte en un componente sustancial para el logro del desarrollo armónico de la nación y la [re]configuración del poder político en Colombia;  lo anterior hará plausible pensar en la transición hacia un modelo estatal – más - coherente con la realidad colombiana[1], en la constitución de un “Estado Regional” en el que converjan las potencialidades de todo nuestro país.

La cuestión territorial es una tarea pendiente para la nación colombiana,  “probablemente la más grande frustración constitucional de Colombia en su ya prolongada existencia republicana sea la de no haber logrado aún darle forma acabada al Estado en el aspecto de su organización territorial”[2] . Desde los inicios republicanos, la confrontación entre el centro y las provincias de nuestro territorio, ha marcado una clara ausencia de unidad política en el país; dicha unidad no se consiguió con la imposición de la fórmula decimonónica de “descentralización administrativa y centralización política” propia del periodo de la regeneración y extendida a lo largo del siglo XX. Como consecuencia del desarrollo de este modelo centralista, se ha obviado la participación de lo local, lo provincial y lo regional, en las decisiones de la nación.

La Constitución de 1991, supuso un cambio en el modelo centralista que operaba en Colombia desde 1886. El artículo 1° de La Carta Política del 91, estipuló que: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales [...]”, pese a las circunstancias sociales y políticas que suscribieron esta reforma, y los debates que se dieron al respecto en el seno de la Asamblea Nacional Constituyente, en la praxis no se ha gestado ningún cambio sustancial en cuanto a la [re]configuración del poder político y la autonomía de las Entidades Territoriales.

La Carta Política habla de regiones y de su creación, pero ello no se ha logrado por falta de voluntad política y por el temor de que dicha regionalización destruya los “feudos” electorales. Pese a ello, “[…e]n nuestra conciencia colectiva no cabe duda sobre el ancestral, poderoso y nunca debilitado regionalismo de los colombianos. Que Colombia es un país de regiones es algo que nos enseñan desde la infancia […] Una estructura territorial intermedia debe reflejar políticamente el hecho regional que tanto nos enorgullece […]”[3].  

Ese “Estado Regional” colombiano, puede signar la oportunidad de reformar el sistema político con el que contamos y destruir la estructura centralizada del mismo, que nada aporta a los fines democráticos de nuestro Estado Social de Derecho; lograr una configuración diferente de este sistema, implica posibilitar que la ciudadanía deje de ser un actor pasivo dentro de las relaciones gubernamentales, para pasar a ser la protagonista de las decisiones político administrativas de nuestro país.

El siglo XXI no puede signar otra época más del centralismo que ha ahogado a los gobiernos locales, a las provincias y las regiones y que ha menoscabado la importancia de contar con un auténtico  proceso de [re]ordenamiento territorial[4], que posibilite la democratización del poder político y territorializar la soberanía.

Si se sigue insistiendo en mantener el modelo centralista, la nación – de naciones – corre el riesgo de segregarse, pues actualmente algunos movimientos regionalistas[5] reclaman hacerse participes de su realidad y de la realidad del país. El centralismo es un modelo obsoleto para Colombia, que en poco contribuye al progreso nacional y local y que aleja totalmente a la comunidad del Estado.

El modelo más pertinente de organización territorial para Colombia, sería el modelo Regional, un modelo que puede definirse a grandes rasgos, como modelo intermedio entre las expresiones modernas del centralismo y el federalismo, pero un modelo - como diría el maestro Flas Borda – a la criolla, es decir, un modelo Regional que responda a nuestra realidad, sin someter su constitución a las restricciones institucionales de regímenes foráneos, y sin representar un reflejo del federalismo de antaño que experimento Colombia en el siglo XIX o el centralismo que tuvo – y tiene – que soportar durante todo el siglo XX y parte del actual. Ésta reflexión ya había sido realizada cuando Manuel María Quijano, Senador al Congreso Admirable de 1830 expresó: “Así como Colombia no se parece en todo a las demás naciones antiguas y modernas, así también no debe parecerse en todo a sus formas de gobierno; y por tanto no debe ser éste ni absolutamente central ni federal: porque Colombia, según sus costumbres, su localidad y la diseminación de su población participa de caracteres que reclaman una tercera especie de gobierno, que yo me atrevería a denominar centro-federal.”

Para hacer posible el desarrollo del Estado Regional en Colombia, es necesaria una reforma constitucional, es decir, es necesario volver sobre el actual Titulo XI de la Carta política, y por supuesto sobre la integridad misma de la Constitución. Será el empoderamiento social, el que permitirá que la realidad nacional fluya por todo el territorio de nuestro país, y que las realidades locales, provinciales y regionales constituyan el eje de progreso de Colombia.

Ahora bien, sobre la pregunta: ¿Qué instituciones existirán?. Cabe decir que los desarrollos doctrinales[6] nos permiten enunciar algunas de las instituciones que podrían configurarían este andamiaje, entre estas tenemos: Las Asambleas Regionales, La Universidad Regional, El Fondo Regional de Compensación y Equilibrio, un reformado Sistema General de Participaciones, un nuevo Sistema General de Regalías y claramente una cláusula general de competencias, que será el eje de la regulación en materia de autonomía administrativa, tributaria y fiscal[7].

La construcción del Estado Regional colombiano, servirá como medida contra hegemónica del proceso de globalización; de esta manera, se reforzará el principio de autodeterminación y será plausible desarrollar modelos para determinar nuestras directrices políticas, económicas, culturales, ecológicas, etc.

El actual Movimiento por la dignidad y defensa de Casanare debe servir como mecanismo de apertura hacia lo que podríamos denominar “Movimiento por la dignidad del Llano”; los actuales encuentros que han unido a los departamentos de la Orinoquía en torno a la problemática de la explotación de hidrocarburos, deben servir como oportunidad para discutir el tema de la regionalización y hacer de está nutrida realidad llanera, una realidad jurídico política que concluya con la constitución de la Región de los Llanos Orientales. 




[1]Trujillo Muñoz, Augusto. Descentralización, regionalización y autonomía local. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Bogotá, 2001, pp. 101.
[2]HERNÁNDEZ BECERRA, Augusto. Ordenamiento y desarreglo territorial, ed. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2001, pp. 114.
[3]HERNÁNDEZ BECERRA, Augusto. Ordenamiento y desarreglo territorial, ed. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2001, pp. 111.
[4]En este sentido ver: BORJA, Miguel. Estado, Sociedad y Ordenamiento Territorial en Colombia. Bogotá: Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional (IEPRI), 1996; BORJA, Miguel y FALS BORDA, Orlando. “Guía Práctica del Ordenamiento Territorial en Colombia: Contribución para la Solución de Conflictos.” Bogotá: Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), Universidad Nacional de Colombia, 1998;  FALS BORDA, Orlando, Guhl Nimtz, Ernesto. La Insurgencia de las Provincias. Bogotá: Siglo Veintiuno Editores. Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), 1988;  FALS BORDA, Orlando “El Reordenamiento Territorial: Itinerario de una Idea” En: Revista Análisis Político No. 20. Septiembre-Diciembre, 1993. Bogotá: Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), Universidad Nacional de Colombia, 1993
[5] Movimiento Colombia: País de regiones ver prensa
[6]CASTRO, Jaime.  La cuestión territorial, Editorial Oveja Negra, 1ª edición, abril de 2002; Bogotá, D.C; KATIME ORCASITA, Abraham Antonio. Carta de Navegación del Proceso de Regionalización en Colombia. Bogotá: Universidad del Rosario, 2006; VIDAL PERDOMO, Jaime. La Región en la Organización Territorial del Estado. Centro Editorial Universidad del Rosario, Bogotá 2001
[7] Ver: ROBLEDO SILVA, Paula. "Hacia la construcción de un concepto de autonomía territorial en la constitución Colombiana" en, Revista Derecho del Estado, N°. 18, Universidad Externado de Colombia 2006, pp. 127